
Aunque la emigración en nuestra zona se caracterizaba por su componente definitivo, pese a esto, también hubo algún que otro emigrante retornado. Hay que tener en cuenta que a pesar de su mayor o menor homogeneidad al partir cara a la otra orilla del Océano, los retornados constituyeron un grupo muy heterogéneo social y economicamente.
La vuelta (transitoria o definitiva) de un indiano o americano rico suponía todo un acontecimiento para el vecindario. Su traje blanco, "pajilla", chaleco, leontina de oro, habanos, etc. y su habla, un castellano teñido de castrapos, asombraba a los vecinos.
Como en tantos otros lugares, los retornados cervenses que no habían llegado a conseguir el "título" de indiano pero que pudieron hacerse con un pequeño capital lo invertían en mejorar o edificar de nuevo su vivienda, en comprar tierras o en abrir una tienda. Algunos de los que tenían como profesión la de mariñeiro, una vez reinstalados aportaron su experiencia foránea a una determinada institución: el pósito de pescadores.
A parte de estos, figura el tipo de americano más o menos acomodado, denominado comunmente "indiano" y en el que se integran cuatro personajes oriúndos del Ayuntamiento de Cervo. Se incluyen en el estereotipo de americano o indiano con fortuna, que jugaban un papel modernizador con el que procuraban ante todo, un reconocimiento de su nueva posición social dentro de la comunidad a la que se reincorporaba. A esta búsqueda de rentabilidad social y de reconocimiento por parte de sus vecinos y élites tradicionales respondían la grandiosidad de sus viviendas y su promoción de obras públicas. En este último grupo incluímos a nuestros protagonistas: José Álvarez Fernández, Manuel Candia López, Jose María Fernández Montenegro y Emilio Rodríguez Eijo. Dentro de esta calificación aún se pueden tener en cuenta otras variables que son el tiempo emigrado, mobilidad social y participación política en América, mobilización política en el lugar de origen y acciones políticas y cotidianas concretas. Según estas nuevas variables podemos concluír que el tiempo emigrado supera los vintecinco años, con una mobilidad social alta en América como rasgos habituales.